El caballo de Turín (2011)
Una de las cosas que más admiro de Bela Tarr, es su reconocible estilo que no busca impresionar, sino hacerte pensar de un modo filosófico como puede ocurrir con directores como Andrey Tarkovsky o Terrence Malick. Es, por tanto, no una cinta para entretener, ya que más bien es un tipo de cine bastante denso, sino más bien para calar en los cinéfilos más exigentes que busquen nuevas experiencias cinematográficas.
No es un film fácil de ver, para nada. Sus casi dos horas de duración de un cine lento y minimalista no agrada a todo el mundo, pero si a los más rigurosos que quieren sensaciones que le hagan pensar para sacar cada uno su propia versión de la película, o interpretarla a su manera.
Sigue Tarr en su línea de hacer cine en blanco y negro, con sus movimientos de cámara personalísimos y sus largos planos-secuencia que acompañan a los protagonistas. Y la verdad, es que se le da genial, ya que esa gran fotografía embruja al espectador y lo hipnotiza ayudado además por una banda sonora simple y de lo más turbadora que se repite una y otra vez.
Prácticamente, toda la historia transcurre en casa de los protagonistas, que son un cochero, su hija, y el caballo al que supuestamente se agarro Friedrich Nietzsche al cuello cuando presencio que su dueño lo azotaba en una calle de Turin. Hecho que por cierto, no sabes si ocurre antes o después de la historia que cuenta, ya que lo que se observa durante los días en los que se desarrolla la trama, es solo un viento apocalíptico que parece no cesar nunca.
La narrativa del film, brilla por su ausencia. Subtitulada, aunque como ya he mencionado tendrás que leer más bien poco. Centra su historia alrededor de esta pequeña y rara familia, y sobre todo en el caballo, que parece estar enfermo o simplemente hastiado de la vida que lleva.
La narcótica, aunque magnética trama, se apodera del espectador poco a poco al repetirse una y otra vez, como lo es: comerse todos los días una patata asada ardiendo, vestir y desvestir la joven al padre al ser este un tullido, sacar agua Del Pozo y preparar al caballo a diario para salir, aunque este en realidad se niega. Todo esto, para llegar a impregnar de extrañezas a un espectador que si consigue llegar al final, la recordará con una gran interrogante en la cabeza, pero desde luego con el run run de buscarle un significado mas bien metafísico.
La considero, por tanto, una película digna de ver para el que busca un cine distinto y con sello propio que no pretende lucirse, sino hacerte pensar una y otra vez sobre la filosofía que tanto amaba Nietzsche y el propio director, y buscar el significado de esta dentro de la pobreza más extrema. Repito, no es un cine para todo el mundo, pero si te gusta, posiblemente quieras descubrir el resto de la filmografía de Bela Tarr.
PUNTUACIÓN DEL CINE DE RAMÓN 8 SOBRE 10
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