Silencio Roto (2001)

silencio roto

El director y guionista Montxo Armendáriz nos narra una historia de tantas de las que pudo pasar en la postguerra civil española. En este caso, las vivencias de los habitantes de un pueblo de montaña donde el ejército y la guardia civil custodiaban su población, en cuyo monte estaban ocultos guerrilleros que hacían la resistencia. En medio de todo esto, surge la historia de amor entre Lucía (Lucía Jiménez) que acaba de regresar a su pueblo y Manuel (Juan Diego Botto), un joven herrero que colabora con los rebeldes. 

La trama que en ella transcurre, tiene sus altibajos, pero en líneas generales mantiene un digno nivel, exponiendo notablemente el odio que se profesaba de un bando a otro. Unos por establecer un orden autoritario y otros por mostrar un comportamiento rebelde al orden establecido. Entre medio, dentro de la gente del pueblo, está como era de esperar quien apoya al bando rebelde y su causa, y los que se encargaban de delatar a las gentes del pueblo que apoyaban a los rebeldes. Esto hace, que el dramatismo y el sinsentido de la guerra inacabada vaya in crescendo poco a poco hasta que el odio en el pueblo y su atmósfera es ya insoportable. 

En cuanto a los detalles técnicos del film, están bien trabajados al detalle. Los vestuarios y caracterizaciones, al igual que los evocadores decorados te transportan eficientemente al momento y lugar en cuestión. La fotografía convence en un conseguido trabajo que junto con la sutil música usada en las escenas oportunas, logran tener al espectador pegado al asiento. Y los planos y movimientos de cámara logran una excelente labor técnica que exprime lo mejor de las interpretaciones en las escenas claves. 

En conclusión, la considero una obra necesaria para ser testigos aunque sea en una pequeña parte de lo acontecido en la guerra civil española y sus años posteriores. Para ver el odio que surgió de esa contienda donde familias, vecinos y amigos se profesaban mutuamente una aversión insana que llegaba hasta el extremo de delatarse aún sabiendo que la muerte podía ser su castigo. Dicho odio, que tristemente llega incluso hasta nuestros días, es necesario de ser recordado para ser conscientes de que la política, independientemente del lado del que estés, solo trae odio y que nos miremos los unos a los otros con recelo y desconfianza. 

PUNTUACIÓN DEL CINE DE RAMÓN 7 SOBRE 10

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